I S A B E L L A
En el 2015, Isabella Nuques, acompañada del anhelo de retomar su vida y las metas que tenía por delante, se inscribió en el reinado de Guayaquil, el solo hecho de registrarse fue un total reto para ella.
Desde ese momento, en medio de portadas de periódicos, Nuques ya daba un mensaje sobre autoestima, si ganaba la corona, ella se enfocaría en un plan dirigido a las mujeres. “En realzar su autoestima y que sepan que son capaces de todo su potencial”, contó a El Universo en esa época de su vida.
Aún así, lo que la había perseguido desde el 2013, volvió aparecer.
Sus fotografías íntimas llegaron a las manos de los encargados del reinado de Guayaquil. En medio de esos meses, se sintió altamente denigrada y juzgada. El equipo decidió que la solución era que las propias concursantes elijan si Nuques era realmente “digna” de continuar en ese espacio y de ganar la corona.
Fotografia de El Universo
Por ello, con el fin de autoflagelarse, Isabella comenzó a tener episodios de ansiedad y atracones extremos. En solo dos meses, subió aproximadamente 80 libras, lo que representa un alto incremento de peso en un corto período de tiempo: “Comía y comía... No me sentía válida”.
I V A N A , L A U R A & SOFÍA
Los ataques digitales de Ivana* y Laura* se dieron a tres días antes de su fiesta de graduación del colegio. A primera vista parece ser un periodo muy corto, pero es lo suficiente como para transgredir la parte emocional y psicológica de las víctimas.
Ivana -quién es delgada- recuerda que debido al insomnio y la ansiedad ocasionada por desconocer los movimientos de su ciberacosador, bajó de sobremanera de peso.
“Fueron 3 días en el que al menos yo no dormí nada (...) bajé de peso durísimo, yo siendo delgadita de la ansiedad bajé muchísimo de peso, y mi vestido de graduación (...) ya ni me quedaba, el vestido me quedaba gigante”.
La mentalidad y posición de Ivana durante los ataques de ciberacoso eran de actuar fuerte y convencerse de no importarle la situación. “Yo trataba de hacerme la dura y hacer como si no me importara lo que me haga la persona que me estaba acosando”.
Laura por su parte asegura que sus problemas de ansiedad comenzaron desde que la ciberacosaron. Tampoco podía dormir, perdió su apetito e incluso hasta le daba fiebre de solo pensar en lo que su acosador podía llegar a hacer. “Mi acosador había dicho que sabía toda mi vida, yo tenía miedo de que venga a mi casa y haga algo con mi familia”. Además, llegó a percibir al tema como una carga para las personas a su alrededor, esto provocó que se sumerja en el silencio.
“Ahí fue el límite, cuando ya decidí no pedir más ayuda y decidí simplemente esperar a que ojalá esta persona se canse”.
Sofía* en cambio estaba paranoica en cualquier lugar, así sea en la puerta de su casa, además, ni en su habitación se sentía segura por ello optaba por cerrar las cortinas de sus ventanas. “Yo pasaba paranoica de que me fueran a encontrar, que me fueran a violar, que me fueran a secuestrar, que me hicieran cualquier tipo de daño, que se metieran con mi familia”. También por el gran estrés que la situación le estimulaba, Sofía cuenta que ese fue uno de los factores por los que surgió su depresión en 2019.
“Me costaba dormir por las noches (...) sentía un vacío adentro, como cuando algo en serio te asustas tanto que sientes que te drena todo el alma. Así me sentía”.
La Psicóloga Clínica Katiuska Delgado explica que estos son los comportamientos que surgen en las víctimas después de pasar por distintos abusos que afecten a su vulnerabilidad. “Hay un desequilibrio total de todo, de sus emociones, en su forma de actuar, de su accionar, e inclusive manifiesta síntomas a nivel físico: insomnio, ataques de ansiedad, pérdida de apetito, aumento de apetito. Son señales de respuesta ante algo que no está bien, algo que no soporta”.
Delgado resalta que no se debe de tomar a la ligera, ni normalizar los efectos traumáticos que una situación de violencia sexual digital produce en las distintas víctimas.